Tienes un perfil multipotencial ?

fuente: WelcomeToTheJungle.com

Opuestos a los perfiles de especialistas que se sienten realizados siguiendo una carrera lineal, los multipotenciales son “los demás”. Aquellos que no encajan en ninguna categoría o que podrían encajar en todas. Un poco comerciales, un poco RR. HH., un poco community managers… e incluso un poco profesores de yoga en su tiempo libre. Se trata de personas generalistas. Sin embargo, puesto que el sistema tradicional se basa principalmente en el modelo de carreras especializadas, a estos perfiles no se les reconoce todavía su justo valor. Hay ocho señales que te permitirán saber si tu perfil encaja con el de esas personas.

1. Aprender, descubrir… tu curiosidad no tiene fin. Cuando eras más joven, ¿pasabas de una afición a otra (o te apetecía hacerlo), como el tenis, la natación, la guitarra, el dibujo, etc., hasta que se agotaba tu interés y te interesabas por otra cosa? Este es un clásico de la personalidad multipotencial. Si tú lo eres, seguramente no tienes ni vocación ni predilecciones. Lo que te estimula es, sobre todo, seguir fiel a tu compañera: la curiosidad. Y es probable que esta se haya manifestado en una etapa muy temprana de tu vida, en la infancia, bajo forma de ganas de descubrir, aprender y experimentar muchísimas cosas distintas. Las personas multipotencial son, en cierto modo, los Indiana Jones del mundo laboral. Por lo tanto, si te gusta explorar nuevos horizontes, puede que seas multipotencial.

2. Elegir un camino significa renunciar a otros. Viajemos en el tiempo, a cuando estabas en bachillerato. Más concretamente, el momento de elegir un itinerario. Aunque esto puede ser un simple formalismo para algunas personas, para los multipotenciales convertirse en un auténtico rompecabezas, ya que, para ellos, escoger una única vía implica renunciar al resto. ¿Cómo elegir un camino cuando hay tantas cosas que te interesan? Y, después de todo, ¿por qué elegir? La sociedad nos ha condicionado para seguir un modelo lineal de carrera basado en la especialización. En resumidas cuentas, elegir un itinerario, especializarse, obtener un primer empleo y desarrollar una carrera en ese ámbito durante los próximos 40 años. Es el patrón clásico. Así pues, puede que hayas intentado entrar en ese molde y te hayas encerrado en un sector o en una profesión. ¿El resultado no ha sido del todo positivo? Supongo que, desde fuera, te muestras realizado y te tranquilizas a ti mismo diciéndote que tienes un empleo, un salario y un estatus social cómodos (¡lo cual no es poco!). Pero por dentro, ¿sigues oyendo esa voz que te repite que te estás ahogando en esa casilla y que es hora de emprender nuevas aventuras profesionales? En ese caso, es muy probable que seas un multipotencial sin saberlo.

3. ¡Me sigo aburriendo! Para las personas multipotenciales, el aburrimiento no se limita a los conocidos como bullshit jobs. Cuando empiezas en un nuevo trabajo, ¿te parece todo siempre idílico pero terminas rápidamente desencantado? Nuevos objetivos, nuevos proyectos, nuevo entorno, nuevos compañeros, nuevos temas, etc. ¿Empezar un trabajo es siempre un momento emocionante para ti, hasta que el aburrimiento, tu “eterno” compañero de viaje, llega para quedarse? Por lo general, se manifiesta cada dos o tres años. Comienza con pensamientos recurrentes del tipo “¿Pero para qué sirve esta reunión?”, “De todas formas, ya no aprendo nada nuevo” o “Ahora que la empresa funciona sola, ¿qué voy a hacer?”. Poco a poco, esos pensamientos dan lugar a un desánimo crónico que te resta las fuerzas para levantarte por las mañanas o hace que cuentes los días que quedan para poder desconectar el fin de semana. A largo plazo, pierdes toda motivación y crees que tu trabajo ya no tiene sentido. Y si la situación perdura, terminas incluso por dudar de tu valor, al tiempo que mengua tu confianza.

4. La gente cree que nunca estoy satisfecho con nada. En la mente de la mayor parte de trabajadores, escoger un sector y desarrollar una carrera es una señal de estabilidad y seguridad. Por lo tanto, cambiar de empleo varias veces puede dar lugar a comentarios incluso desagradables. Las personas multipotenciales que asumen que lo son saben muy bien lo siguiente: cambiar de empleo siempre conlleva un comentario cargado de juicio por parte del entorno. ¿Tienes la impresión de que la gente piensa que nunca estás satisfecho con nada? O peor aún, ¿de ser el alma errante de tu familia o grupo de amigos? Asimismo, si tienes una trayectoria profesional variada, seguro que en las entrevistas de trabajo has tenido que escuchar la clásica frase (de forma más o menos explícita) “Has cambiado de empleo a menudo, ¿quién me dice que no nos vas a dejar en un año?”. Pero tal vez sea puro azar.

5. Quiero una vida con varias vidas. Ante la pregunta “¿Si tuvieras cinco vidas, en qué te gustaría trabajar?”, ¿responderías que no querrías tener cinco empleos en cinco vidas, sino cinco empleos en una sola vida? ¿No sueñas con el Santo Grial que representa el contrato indefinido sino que más bien lo percibes como una “cárcel” de oro? Las personas que te inspiran se han reinventado muchísimas veces y han explorado mil y un ámbitos, como ese chico que, con apenas 40 años, ya ha tenido una gran vida profesional, habiendo sido abogado, escritor y finalmente empresario del sector de la restauración.

6. Me gusta tocar varios palos. En el mundo laboral, hace falta de todo. Hay personas que prefieren especializarse y ocupar un puesto en un ámbito determinado. ¿Este no es tu caso? Un poco de derecho, una pizca de marketing, una cucharadita de formación, todo ello espolvoreado con un poco de management de equipo. ¿Podría ser esta la “receta” del empleo de tus sueños? Puede que no seas un experto, pero ¿qué más da? En ese caso, lo que seguramente te atrae son los empleos polivalentes o generalistas que te permitan hacer de todo y desarrollar tareas transversales. Tener un empleo con una rutina en el que los días sean todos iguales es algo que, para las personas multipotenciales, provoca un “Gracias, pero no”.

7. ¿Quieres ideas? ¡Toma ideas! Si despiertas envidia, ¿es normalmente porque tienes muchas ideas? ¿El proceso de generar ideas te parece natural porque tu curiosidad y tu espíritu de explorador te han conducido a llevar la reflexión siempre un paso más allá, comprender tu entorno, profundizar tus conocimientos y experimentar cosas nuevas? De hecho, te sueles plantear preguntas que comienzan por un “por qué” en tu día a día y consigues conectar dos ideas o temas para dar con soluciones innovadoras. Esta manera de razonar muestra que empleas un modo de pensamiento “divergente”. ¿No te suena el término? Las nociones de pensamiento divergente y convergente las planteó el psicólogo J.P. Guilford en la década de los 50 del siglo pasado. Nuestro sistema educativo da prioridad principalmente al pensamiento convergente, que consiste en aplicar reglas y procesos estructurados para lograr una solución. Dicho de otra manera, el profesor expone un problema y nos da las reglas para llegar a una única solución. Por el contrario, el pensamiento divergente relaciona dos temas que no están vinculados entre ellos y, gracias a las conexiones cerebrales, se produce la magia. Al razonar por analogía, salimos del sendero marcado para buscar la inspiración y la solución fuera, en otro ámbito. A menudo, es así como surgen las ideas innovadoras originales.

8. Sí al cambio. ¿Tu empresa desea cambiar de rumbo estratégico o tu empleo cambia, por lo que vas a tener que formarte y adquirir nuevas habilidades, y todo eso no te da miedo? Al cambiar con regularidad de empresa, sector o empleo, ¿has desarrollado una flexibilidad que resiste a todo? O si todavía no has dado el gran salto, quizás tu vida privada sea un magnífico tablero de juego, puesto que tienes varias aficiones y cambias constantemente, con lo cual has desarrollado una gran capacidad de adaptación. En aquellas situaciones en que la mayoría de personas se muestran reticentes a modificar sus hábitos, ¿eres tú el camaleón del mundo laboral que se adapta a cualquier cambio, ya sea organizativo, técnico o de entorno? ¡Esta es otra de las principales características de las personas multipotencial.

¿Y bien? ¿Te has sentido identificado? De ser así, ten en cuenta que, aunque la especialización sigue siendo la norma, la tendencia está cambiando. Las empresas se enfrentan a desafíos externos (sociales, medioambientales, etc.) e internos (progreso técnico y tecnológico, motivación y gestión del talento, etc.) que les exigen replantearse constantemente su organización, sus prácticas, su estrategia y sus formas de trabajar. Y para ello, necesitan empleados innovadores, ágiles y dispuestos a adquirir nuevas habilidades con frecuencia. En resumen, ¡todo lo que te caracteriza como multipotencial!

full credits: Sonia Valente

elements of AI

credits: Reaktor

Recently I completed the free online course elements of AI provided by Reaktor and the University of Helsinki. This is a very interesting opportunity for those who would like to learn the basics of AI and machine learning. Combining theory with practical exercises, the course can be completed at the reader’s own pace. Strongly recommended!

10 Things Great Leaders Say That Creates Engaged Teams

source: LinkedIn (all rights belong to Gordon Tredgold, the author of the post)

Great leadership is about creating great relationships with your teams and inspiring them to go above and beyond. Here are 10 things that great leaders say to create highly engaged and motivated teams. They cost nothing but the returns can be amazing.

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  1. Sorry, my fault. No one is perfect and by owning up to mistakes it builds trust, and it also sets a great example for the rest of the team. When accountability starts at the top, the rest of the team will model it.
  2. What do you need from me to make this a success? This is my favorite approach to leadership as it clearly shows that we are in this together and that their success is one of our concerns, and we are more than happy to contribute to it. It also clarifies whether or not they everything they need to be successful. Once they say I have everything I need, then they have accepted accountability for the outcome which will help increase the probability of success.
  3. I value your contribution. Everyone wants to feel valued and needed as it helps to build confidence and self-esteem. The more confident our teams are the better, as confidence is a key contributor to achieving success. What get’s recognized gets repeated and we start by recognizing contribution, as this will then lead to results.
  4. What did we learn from this that we can use next time? Mistakes are always going to happen, but by asking this question we avoid the blame game and we can look to learn from it and improve for the next attempt. I am a big fan of feed forward rather than feedback. We need to learn how we can avoid mistakes rather than allocate blame.
  5. I have complete faith in you. It pays dividends to let your teams know that you have trust in their abilities as it will help them build trust and self-confidence in themselves. Confidence and self-belief are key contributors to success.
  6. How could we do this better? There is nothing worse than an arrogant know-it-all leader who thinks he’s cornered the market in great ideas. Trust me I know I worked for several. With this one phrase, you dispel that illusion and show that you’re open to input, and that collaboration will help us achieve the best results. You never know where great ideas are going to come from, and it’s never a good idea to close down possible sources of great ideas.
  7. Do you have the capacity to do this now? Too many people struggle to say no to the boss, often committing to the workload that is both unhealthy, and will not lead to success. By asking the question, genuinely and with concern, it will allow people to agree to what is achievable without seriously over committing themselves. It also acts to remind them that we are interested in their health and success. As leaders it’s your job to set people up for success!
  8. Great job! Two of greatest words any employee can hear from their boss. Simple, zero costs and massively impactful. The more you say it, the more you will have to say it as performance will improve. What gets recognized gets repeated and you want to encourage your teams to repeat good performance, and this simple phrase will do that. Zero cost, great return.
  9. Thank You. Politeness costs nothing. A lack of politeness, on the other hand, shows disrespect and a feeling of entitlement, neither of which is going to build trust and loyalty within the team. This simple phrase makes people feel valued, recognized and appreciated, all of which are great motivators.
  10. How are you doing? No one cares how much you know until they know you care‘ is one of my favorite Theodore Roosevelt quotes and the best way to show you care is to ask people how they are doing.

Leadership is often seen as difficult and complex, but by just using these 10 simple phrases it will help you to keep it simple and create highly engaged, empowered and excited teams who will follow you anywhere and will achieve great results.

Il buon manager si vede nel momento della pausa

fonte: senzafiltro (tutti i diritti riservati all’autore Osvaldo Danzi)

C’è un brano musicale che dovrebbe avere all’incirca 60 anni, scritto da John Cage, musicista eclettico e per certi versi poco disposto a farsi costringere nei canoni della musica tradizionale, che si chiama 4’33”. Il brano, scritto per qualsiasi strumento, costringe il musicista a non suonare e dunque a prestare attenzione a tutti i suoni circostanti.

Io lo interpreto come una forma di allontanamento da sé e di richiamo all’attenzione verso l’esterno: rumori, fruscii, risatine, bacchette, calpestii. Un foglio che cade, un colpo di tosse. C’erano anche prima, ma adesso li ascolti.

John Cage usa la pausa per fermare il momento. Per concedere meno attenzione a se stesso e a ciò che si sta facendo (che nel caso di un direttore d’orchestra si tratta di interrompere l’attività più importante:  l’esecuzione di una sinfonia), per prestarla altrove.

Viviamo una tradizione di manager super-impegnati sostenuti da scuse da scolaretto che vanno dal “dottore è in riunione” a “risentiamoci fra 3 mesi, adesso siamo sotto budget” (che una volta di queste vorrei chiederlo: ma se lei che è il direttore del personale ci mette 3 mesi a chiudere un budget, che vita farà mai il direttore amministrativo-finanziario?) sono lo specchio di un management molto concentrato su di sé, su obiettivi sempre più personali e sempre meno aziendali più o meno chiari, attenti a dimostrare e sempre meno a ragionareconfrontarerelazionare. Sono quelli che continuano a guardare il computer quando sei di fronte a loro a spiegargli qualcosa di profondamente importante per te, mentre loro fanno “sì sì” con la testa.

E questo fa male all’azienda, come dimostra l’intervento di Stefan Sagmeister, designer e titolare di uno degli studi più creativi di NewYork a un TedX del 2009 (che potete godervi nella magia del sottotitolo) dove si afferma, qualora ce ne fosse ancora bisogno, che non è stando asserragliati in ufficio che si diventa più produttivi, ma bensì conoscendo persone e temi nuovi e respirando aria diversa.

Ogni 7 anni Sagmeister chiude lo studio e si dedica ad un anno sabbatico dove viaggia alla ricerca di nuove ispirazioni, di nuove conoscenze, di nuove relazioni da far confluire nel suo lavoro, importando così nuove tendenze, attitudini, esperienze.

Elementare, considerando le tendenze di tante aziende che negli ultimi anni teorizzano l’home office, l’auto-certificazione delle presenze o l’orario flessibile, l’equilibrio fra vita familiare e benessere aziendale. Complesso, considerando certi imprenditori che devono avere “sotto controllo” i propri dipendenti anche nei casi di figure professionali che potrebbero tranquillamente collaborare da casa una parte del loro tempo aumentando efficacia ed efficienza (è statistico che da casa si tenda a lavorare quasi il doppio rispetto all’ufficio) e diminuendo costi e spazi.

Sebbene tirando un po’ di acqua al proprio (business) mulino, Expedia.it,  realizzò due anni fa uno spot pubblicitario molto azzeccato, dove Alex, bruttino, dall’aspetto generoso e con il nodo di cravatta fatto male, ride e socializza con il suo capo raccontando che i Bulgari scuotono la testa per dire sì e la chinano per dire no (“perché lui è appena stato in Bulgaria“), mentre il diligente “povero Christian”, vestito tutto in tiro, con in mano il suo caffè americano (particolare che lo certifica quasi sicuramente quale MilaneseImbruttito), rosica nel vedere la scena. (“Lui che probabilmente ha passato le ferie in ufficio”).

I Christian devono sparire. Gente che risponde alle mail a mezzanotte o perennemente connessi per dimostrare attaccamento all’azienda e efficienza 24/24 non servono più a nessuno, né mai sono serviti. Alimentano una catena di (im)produttività che esalta attività inutili generate di proposito in orari presidiati da nessuno (mail e ordini che verranno comunque lette ed eseguiti almeno 9 ore dopo) dove invece è più utile dedicarsi ad attività che ossigenino il cervello, alimentino la curiosità, stabilizzino la vita affettiva e familiare permettendo maggiore serenità sul posto di lavoro.

Non c’è niente di più palloso, inutile e dannoso di un capo o un collega che a pranzo non abbia altri argomenti che i clienti, il budget, il business e le battute sulle colleghe. Niente è più imbarazzante di un interlocutore senza interessi, senza un libro da scambiare, un film di cui discutere, un Paese da suggerire per il prossimo viaggio.

Si dice che il business spesso si fa a tavola, ma devi aver qualcosa di cui parlare. Forse è per questo che certi business-men si sono spostati sui campi da golf o nelle palestre. Stressati  dagli impegni mal gestiti e frustrati dalla totale mancanza di creatività, si finisce per confondere i valori aziendali con i propri interessi. E spesso le due cose non coincidono. “alla nostra azienda questa attività non interessa” / “splendida idea, per la nostra azienda questi sono valori importanti” mi hanno detto a dicembre due dirigenti della stessa azienda.

Io stacco.

Da quando sono consulente (ormai 5 anni), mi sono dato una regola: 40 giorni d’estate e 15 d’inverno mi fermo. Perché durante l’anno i clienti non possono aspettare e quindi macino 80.000 chilometri in macchina e 20.000 in treno. Perché durante l’anno mi alzo troppo presto e vado a letto troppo tardi. Perché durante l’anno faccio fatica a leggere libri. Perché durante l’anno ho poco tempo per la famiglia, gli amici di una vita, la scrittura, la chitarra, le playlist sull’Ipod, le passioni.

Stacco perché voglio avere qualche argomento in più da condividere durante i miei pranzi (e odio il golf e la palestra), che sia un viaggio, un aneddoto, o anche solo qualche titolo di libro fra le decine che d’inverno compro e che affollano il mio comodino impolverati in attesa dell’estate.

Anche se probabilmente non riuscirò a leggerli tutti, perché come diceva Troisi “loro sono un milione a scrivere e io uno solo a leggere“. Buone ferie.

Pazienza.

fonte: post di Raffaele Gaito

–tutti i diritti riservati all’autore–

Quando penso a come il digitale ha rivoluzionato i nostri comportamenti quotidiani e con loro il modo di vivere le nostre vite, una cosa su tutte mi sembra occupare un posto centrale e significativo in questa riflessione: la velocità. Quando parlo di velocità non mi riferisco all’indiscussa accelerazione che il progresso, soprattutto tecnologico, ha avuto negli ultimi anni al di fuori di noi. Quando parlo di velocità sto piuttosto pensando a un nuovo ritmo interiore da cui dipende la soddisfazione delle aspettative.

Non serve andare molto lontano dall’esperienza quotidiana per capire cosa voglio dire: Netflix, Amazon, Justeat, Tinder sono alcuni esempi di come di il digitale sia ormai entrato a pieno titolo nella vita delle persone modificando, di fatto, tempi e modi della loro esistenza. Non è più necessario aspettare per la puntata successiva di una serie quando la si può vedere tutta d’un fiato in una notte. Oggi è possibile ricevere in 24 ore un oggetto impossibile da trovare nel raggio di 100 Km. Aprire il frigo e trovarlo vuoto quando l’orologio segna le 21:00, vale a dire supermercati chiusi, non è più una tragedia familiare! Ora la cena la ordini con lo smartphone e te la portano fino a dentro casa… e se sei fortunato oltre al Cheeseburger nello smartphone ci trovi pure la tua anima gemella, con Tinder!

Tutto questo per dire che il luogo del cambiamento, nell’era del digitale, è prima di tutto un luogo interiore. Quello che è cambiato infatti, non sta tanto nelle cose: intrattenimento, prodotti, cibo e amore, sono rimaste pressoché le stesse di sempre, ma nel modo in cui se ne usufruisce e nel modo in cui ci si relaziona al mondo esterno. Ad essere cambiata è la velocità con la quale si ottengono le cose, frantumando tutte quelle barriere che c’erano tra noi e i nostri desideri!

Tutto questo ha un nome: Instant gratification, vale a dire gratificazione istantanea! Si tratta di un effetto collaterale dell’era digitale: un approccio alla realtà che può avere gravi conseguenze, soprattutto sui più giovani che finiscono per confondere la velocità del mezzo con la velocità del fine e si illudono che per avere successo basta trovare la formula magica. Ma, udite udite, la formula magica non esiste! L’illusione del “tutto e subito”, è alimentata da alcuni fattori che non fanno altro che nutrire l’idea che con il digitale la strada per il successo sia facile, immediata e alla portata di tutti:

  • Le vanity metricsLike e followers creano dipendenza e l’illusione di poter misurare il proprio valore nell’istante immediatamente successivo a una condivisione. Non è così! Non basta giocare per vincere; bisogna studiaresperimentare attendere.
    Ecco perché quando i risultati non arrivano il fallimento sembra totale!
  • I Fenomeni: storie meravigliose arrivate dall’America e della Silicon Valley come quella di Mark Zuckerberg, fondatore di Facebook; Evan Spiegel, fondatore di Snapchat o Kevin Systrom fondatore di Instagram, tutti giovani talenti che grazie a un’idea (e un garage!) hanno avuto successo nel digitale. Oppure, senza andare così lontano, l’interminabile ascesa al successo dell’italiana Chiara Ferragni, la fashion blogger più conosciuta al mondo, che ha trasformato le sue passioni in un business da milioni di dollari.

Attraverso questi nomi e la ricaduta mediatica che le loro storie hanno avuto a livello globale sembra davvero facile sfondare nel mondo del Digitale. E per qualcuno le conseguenze di questa illusione possono essere drastiche se si perde il controllo delle proprie azioni. È la storia di una ragazza americana, Lissette Calveiro: “Voleva diventare una star di Instagram, ma si è indebitata per una somma di 10mila dollari e la sua vita era una bugia”.

Sai cosa penso? Penso che abbiamo perso l’uso della pazienza. La pazienza di cui parlo è avere visione; significa avere un mindset orientato al lungo periodo in cui la strada è tracciata da obiettivi a lungo termine e non da metriche di vanità e gratificazione istantanea. Sono gli obiettivi, i piccoli passi, i cambi di direzione che rendono la strada un percorso per il successo. Sono come i puntini di cui ha parlato Steve Jobs nel suo discorso a Stanford: “Non è possibile guardare i puntini andando avanti, dice Jobs agli studenti, potete solo unirli guardandovi all’indietro. Dovete avere fiducia. Fiducia che in qualche modo, nel futuro, i puntini si potranno unire“.

Ecco che la pazienza assume un valore fondamentale, tutt’altro che passivo. La pazienza diventa “costanza” in quell’atteggiamento virtuoso e propositivo che permette a un obiettivo di essere raggiunto e a una persona di non arrendersi e avere fiducia nel fatto che un giorno quei puntini si uniranno. La pazienza non è semplicemente saper aspettare; la pazienza è cosa facciamo mentre aspettiamo!

Ci sono storie di persone in cui pazienza e costanza hanno avuto un ruolo decisivo per il loro successo. Ecco quattro esempi:

  • Jack Ma è stato rifiutato 10 volte ad harvard prima di fondare Ali Baba e diventare l’uomo più ricco della Cina.
  • Peter Vesterbacka, co-fondatore di Rovio, aveva lanciato 51 giochi senza successo prima di scongiurare il fallimento con Angry Birds, uno dei giochi più famosi degli ultimi anni!
  • Brian Acton, rifiutato da Facebook e poi da Twitter prima di fondare Whatsapp, venduto allo stesso Facebook per un valore di 19 miliardi.
  • Leah Busque, fondatrice di TeskRabbit ha dovuto cambiare rotta decine di volte e dimettersi da CEO dell’azienda prima di chiudere l’accordo con IKEA e rivoluzionare un intero settore.

Le storie di queste persone vi stanno tutte suggerendo una cosa: innamorati del processo perché il processo è già il risultato. Il processo, infatti, non è altro che la forma della pazienza; è il risultato pratico e concreto di chi ha capito come mettere in pratica la costanza nel raggiungimento di un obiettivo.

Ecco 4 buoni motivi per i quali è necessario riacquistare la capacità di avere pazienza, nella vita ma soprattutto nel lavoro e nel mondo del digitale:

  1. Attraverso la pazienza si riscopre la TOLLERANZA
    Essere tolleranti verso gli errori degli altri e soprattutto verso i propri errori è fondamentale, perché è solo attraverso gli errori che si acquisisce esperienza e si realizza un percorso fondato sulla consapevolezza delle proprie scelte.
  2. La pazienza è l’unico modo per dare valore al TEMPO
    Per riappropriarci del tempo, cosa sulla quale negli ultimi anni abbiamo completamente perso il controllo.
  3. Bisogna avere pazienza per prendere DECISIONI ponderate
    Solo così è possibile concentrarsi sul presente e procedere valutando ogni obiettivo in modo progressivo.
  4. La pazienza è necessaria per IMPARARE
    Perché in ogni cosa è fondamentale ricordarsi che non si può sapere tutto e che imparare è il primo passo necessario.

La pazienza è un’abitudine e in quanto tale necessita di allenamento. Come fare, allora, ad allenarsi ad avere pazienza? Fai in modo che la pazienza sia parte della tua strategia, parti dagli obiettivi, metti in pratica i risultati, quelli che provengono dai successi e anche quelli che derivano dai fallimenti. Goditi il percorso e percorri il processo, perché in molti casi quella che stai correndo è una maratona e non i 100 metri! Non pensare al traguardo, ma osserva i tuoi piedi ad ogni passo, provando a sostituire la brama del successo con il raggiungimento dei risultati. Concentrati sulla resistenza e non sulla gratificazione istantanea, perché in un contesto in cui al primo fallimento il 99% delle persone abbandona la gare, vince chi ha pazienza!